Araceli Reymundo Izard es una considerada arquitecta canaria que ejerce desde hace años su profesión con una apuesta clara por la sostenibilidad y la eficiencia energética.
Hemos podido intercambiar unas palabras con ella sobre la relación entre construcción y vida.
¿Qué es la arquitectura bioclimática?
Es aquella que se adapta a la meteorología del lugar.
Al igual que el cuerpo humano cuenta con capacidad de respuesta frente a las condiciones exteriores, como la dilatación de las pupilas, los edificios pueden y deben interaccionar con el entorno.
En todos los climas, por benignos que sean como el canario, hay aspectos positivos y negativos. La arquitectura bioclimática aprovecha los favorables y minimiza el resto mediante estrategias adecuadas.
¿Qué beneficios ocasiona al consumidor y a la sociedad en general?
La adaptación de nuestra vivienda al entorno tiene un efecto beneficioso cóncavo, es decir, para los que la habitan, y otro convexo para el medio ambiente.
El habitante se ve beneficiado por la mejora el confort interior y la reducción de demanda energética. En cuanto a los beneficios para el medioambiente, por ejemplo, en el archipiélago canario que depende en un 93% de los combustibles fósiles, si demandamos menos energía estaremos reduciendo un elevado coste importador así como las emisiones de CO2 asociadas, responsables del cambio climático.
¿Supone un esfuerzo añadido la prescripción de este tipo de proyectos?
El esfuerzo que requiere es básicamente la reflexión técnica, es decir, que el profesional responsable del proyecto sepa ver las oportunidades que el entorno ofrece y definir las estrategias adecuadas para aprovecharlas.
Algunos equipos activos como placas solares, fotovoltaicas, suelos radiantes, toldos, parasoles… suponen un coste inicial, pero es recuperado a la larga.

Estrategias sostenibles para vivienda unifamiliar en La Esperanza, Tenerife. (Arq. A. Reymundo, 2014)
¿Cuál es el nivel de influencia de los cerramientos de huecos de fachada bioclimáticamente hablando?
Los huecos son la parte más vulnerable de la fachada, un diseño adecuado de los mismos conllevará en buena medida la posibilidad de aprovechar o defenderse de las condiciones de la intemperie.
No son iguales las prestaciones necesarias en un clima de costa, caracterizado normalmente por una oscilación térmica baja y una humedad elevada, que un clima de medianías o montaña, con una oscilación térmica mayor y humedades muy bajas en verano.
Se debe decidir, por ejemplo, qué tipo de vidrio es el más adecuado, cuál es la protección solar que mejor le va a la fachada o la apertura idónea del hueco para poder tener niveles de ventilación alto, moderado o bajo según convenga.
¿Cuáles son las expectativas de futuro de la arquitectura en este aspecto?
Creo que los ciudadanos nos vamos concienciando poco a poco de la importancia de la elección responsable de los productos que consumimos, incluidos los edificios, para lograr una interacción respetuosa con el medioambiente.
Más allá de las consideraciones estéticas, en la construcción debe haber una reflexión ética profunda sobre la sostenibilidad de nuestras decisiones: ¿Cuánta energía consume la extracción de ese material, su transformación, el transporte, es reciclable o no, en qué condiciones laborales se fabrica, es saludable, qué ocurre con él cuando se acaba su vida útil, que tipo de residuo genera…?
En definitiva, desde mi punto de vista, el futuro nos abre un campo fascinante a la responsabilidad social con nuestro planeta y sus habitantes, pero también beneficios para el cobijo propio y el de los seres que amamos.